Hacia el oriente de Los Mochis rumbo a El Fuerte, se encuentran las ruinas de la antigua misión jesuita de Mochicahui, donde gruesos muros de adobe son testigos que guardan el pasado de la predicación jesuita entre los indígenas de la región. Allí mismo aún se mantienen algunos vestigios de la antigua techumbre del edificio, desecadas por el intemperismo todavía se sostienen en los muros una serie de ménsulas de madera, que dan forma a un arco de gloria que describe una forma mixtilínea, en concordancia con los modillones que sostienen lo que de la viguería aún pervive en el presbiterio.
Entre los muros que todavía se sostienen, y los restos apilados en la ruina, claramente se dibuja la planta arquitectónica que originalmente tuvo el templo; y que consta en algunas evidencias fotográficas de la primera mitad del siglo XX; tres modestas naves formaban el interior, segmentadas por una serie de columnas y zapatas de madera, que al concluir en el presbiterio, el espacio se estrecha, provocando un requiebre en el paramento interior, que en el esquema funcional da lugar a un presbiterio que conserva la amplitud de la nave central.