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Situado sobre el costado norte de la plaza principal, en el asentamiento que se desarrolló contiguo al antiguo Fuerte de Montesclaros. El templo del Sagrado Corazón de Jesús que originalmente tuvo la advocación de San Juan Bautista, inició su construcción en el transcurso del siglo XVIII, concluyéndose hasta ya entrado el siglo XX.

Resulta de interés histórico la posibilidad existente de que en el origen de este inmueble, a pesar de haber sido un templo parroquial, hayan intervenido sacerdotes  jesuitas de las misiones cercanas. Ya que la administración religiosa de la villa de El Fuerte estuvo desde su origen a cargo de sacerdotes pertenecientes a la Compañía de Jesús, hasta que en una visita episcopal realizada en 1730 por don Benito Crespo, obispo de Nueva Vizcaya, determinó establecer en su lugar a un secular, asunto que consignó el padre jesuita Juan Antonio Baltasar, visitador de las misiones sinaloenses, en su informe al provincial sobre los diecinueve jesuitas encargados de las veinticuatro misiones, en marzo de 1745. Donde además señala como se agudizaban ya los conflictos que los jesuitas tenían con el gobierno provincial, desde mediados del siglo XVII,

            27. Ya apunté arriba que la administración de el real de el Fuerte fue nuestra, hasta que el señor don Benito Crespo, a petición o insinuación de no sé quál incauto missionero nuestro,   puso cura; y se experimenta, al día de oy, el daño que causa este intreveramento de curatos y missiones, pues el cargo es el mismo que antes acudiendo los rancheros más vezinos a nuestras missiones antes que al cura; y los cuentos con los curas, algo cosquillosos, son continuos; porque, aunque la administración de los indios no les toca, siempre se alargan a ella y quieren atraherlos a sus curatos, para acrecentar las obvenciones; lo que no se puede hazer sin detrimento de las missiones que se despueblan de gente. Los obispos les ensanchan las licencias también para los indios; y los españoles desean tener los indios para sus faenas, de lo cual se sigue que procuran extraerlos de las missiones, y formar barrios nuevos de los indios en sus reales, pero sujetos al cura....Y porque no se ofreze otra cosa que informar de esta provincia, lo firmé en el colegio de Durango en marzo de 1745 años.

Juan Antonio Baltasar. (Burrus S.J., Ernest y Zubillaga S.J.)

Este inmueble se define por una planta de cruz latina,  adusta construcción de mampostería, que muestra un crucero exento de cúpula, con brazos de esquinas ochavadas y unas fachadas donde un barroco bastante sobrio se evidencia de manera notable.

Dispuesta hacia el poniente, la portada principal del inmueble muestra elementos que lo acercan al barroco clasicista inicial, desarrollada en la zona central de la Nueva España. Pilastras empotradas de fustes estriados y capiteles toscanos, sostienen un arco de medio punto, con dovelas que generan una forma tablerada. La clave muestra entre motivos vegetales el anagrama de Jesús, además,  descolgando por el lado del intrados, a modo de  pinjante surge una roseta. Prescindiendo de la sobriedad que en otras portadas de la región se observan, el friso se enriquece con el rítmico compás marcado por triglifos y metopas adornadas con ricos motivos florales. El máximo elemento simbólico de la portada, aparece rompiendo el entablamento,  una representación de un ostensorio, custodiando el Corpus Christi, dentro de un círculo flamígero, apoyado sobre un elegante altar, decorado con sutiles motivos vegetales, todo demarcado por un cortinaje que pende por la parte baja de una venera que simboliza el sacramento del bautizo. La ventana coral se revela por encima de la cornisa del entablamento, mediante un marco en resalte decorado por líneas rectangulares, las que concluyen en una clave enriquecida por motivos vegetales.

El campanario es una adición ya de principios del siglo XX, resuelta bajo el lenguaje ecléctico porfirista. Donde dos cuerpos; con arcos de herradura en el primero y ojivales en el segundo descuellan en el entorno. Éste, un lenguaje en el que se mezcló el neomorisco con el neogótico que se acentúa sobre todo con el chapitel que remata la torre.