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Banca en la casa cural del Templo de Mocorito

Dentro de la estructura misional de Mocorito; se encuentra, adosada al templo la "casa cural".  Comunicada a través de la sacristía, este espacio se integra por varios aposentos, en uno de estos, el de mayor tamaño y que posiblemente cumplía a alguna función relativa a la catequización de indígenas, existe una añosa banca de madera.

            Con una extensión de poco más de dos metros, esta banca se construyó con una estructura de madera y baqueta adherida al mueble mediante una serie de clavazones de fierro forjado en forma de losánges.  Tanto el respaldo como el asiento presentan la sobriedad que le infunde la rústica baqueta, mientras que en los brazos del mueble se dejan ver unos roleos en los extremos, que le agregan el carácter propio del barroco. Aún con la sobriedad que presenta en su conjunto, la riqueza de esta pieza se enriquece con el antepecho frontal, que describe un recorte mixtilíneo mezclando rectas quebradas, curvas y roleos. 

Mueble cajonero en el Templo de Mocorito

También en el conjunto arquitectónico que integra la antigua misión jesuita de Mocorito, al lado derecho del templo, y contiguo al presbiterio, se encuentra la sacristía, sitio donde se halla una excelente muestra del mobiliario novohispano. De sobrias líneas barrocas, de tosca estructura y rancia presencia, éste es un mueble con gavetas, que por siempre se le ha utilizado para el resguardo, entre otras cosas, de lienzos y demás vestiduras del altar.  

            La disposición que guarda este mueble cajonero, se fundamenta en la composición de cada gaveta, donde la tapa de éstas se forma de un tablero cajeado, enriquecido con molduras y un motivo vegetal, labrado a todo lo largo del tablero.

De los bienes muebles del periodo novohispano en Sinaloa.

El barroco se fortaleció como lenguaje de la cultura virreinal en la Nueva España durante el siglo XVIII, tanto que su expresión en el mobiliario y otros objetos de arte menor, fue rica y muy variada. En Sinaloa, el mobiliario barroco debió haber sido también prodigioso. Las antiguas misiones y los templos esparcidos por su prolongado territorio, fueron ricos reservorios de muestras de este tipo de bienes muebles, aunque por la naturaleza de los materiales con que se fabricaron, en su mayoría madera, tela y cuero, fueron relativamente pocos los ejemplos de mobiliario barroco que llegaron hasta nuestros días. Una referencia histórica importante e interesante, es la que aparece en las memorias del obispo Don Pedro Tamarón y Romeral, sobre las dos visitas pastorales que realizó por la región. Al referirse al antiguo templo parroquial de la otrora Villa de Culiacán, quedo tan impresionado al tener frente de sí el púlpito, durante su visita realizada entre 1759 y 1768, reconociendo que este púlpito era tan bueno que no lo hay igual desde Durango y quizá ni allí,  mismo que pudo haber desaparecido con la demolición del edificio, durante la segunda mitad del siglo XIX, tras la terminación de la obra del actual templo catedralicio. Aunque no lo describe, por la aseveración implícita en su discurso es deducible la magnificencia de este mueble.  De los escasos ejemplos de muebles barrocos que han alcanzado a llegar hasta nuestra época, indiscutiblemente los retablos son los elementos que se distinguen tanto por su riqueza formal, como por su expresividad; que por su naturaleza son concebidos como parte del mobiliario de un templo, debido a su importancia, estos ya han sido tratados en otro apartado, que para ello se ha considerado. Por lo que respecta al mobiliario novohispano de trazas barrocas, que en Sinaloa todavía perduran, se hace referencia a piezas que se encuentran en Mocorito, El Fuerte y Concordia.     


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