Conmueven Ofelia Medina y Manuel Ojeda con Mamá por siempre

* A través del amor de una madre, accedemos al amor al teatro y a los libros

RDDP-03.01

Culiacán, Sin.,  Martes 25  de Octubre de 2016

Comunicado No. 1117

*La pieza teatral se presentó en el TPV lleno, en la Temporada SAS - ISIC

La “moraleja” o “mensaje” ya se delinea desde el título de la obra teatral: Mamá por siempre. Se es padre y el amor por los hijos no cambia, sean las circunstancias en que se encuentren, sean las diferencias que los aparten. Algo de eso nos aporta la obra teatral del autor canadiense Michel Tremblay, y que se presentó en el Teatro Pablo de Villavicencio en Culiacán, con las magistrales actuaciones de Ofelia Medina y de Manuel Ojeda.

Bajo la dirección de Manuel González Gil, la obra fue presentada dentro de la Temporada de Otoño 2016 de la Sociedad Artística Sinaloense y el Instituto Sinaloense de Cultura, como el tercer evento del programa, y fue admirada entre risas en las partes donde el juego verbal abunda, pero con reflexivo silencio en las partes medulares.

Unos cuantos muebles y un telón de fondo de donde sale y entra mamá Ana en cada etapa de la vida de su hijo Miguel, quien está narrando  y reviviendo los momentos vividos con su madre desde sus 11 años hasta la muerte de ella y la profunda enseñanza que le legara: Hay que tener el valor para vivir la vida  aceptándonos tal cual somos.

Los momentos felices de la infancia,  aferrado desde siempre a su cobijita de seguridad, y lo exageradamente preguntón en la adolescencia, que exaspera a su madre, y la afición al teatro donde fluye la vida como en un espejo y que lleva a Miguel por otros caminos siempre de la mano, de su madre.

Y a partir de los 20 años, cuando una barrera se interpone entre ellos, de modo que a los 30 Miguel permanece soltero y se refugia en el teatro. El tema latente es la homosexualidad, y la madre, que lo sabe, debe lidiar y conciliarse con eso en una época en la que aún es algo satanizado por la sociedad (los años 60), de manera que a punto ya de morir, cuando él se consume en la duda y el remordimiento del ser diferente, ella lo invita a vivir la vida, a atreverse a ser lo que es, ya que nunca será como sus hermanos (no se casará ni tendrá hijos porque no está “ubicado”).

Los diálogos, además de divertidos, son conmovedores, invitan a la reflexión; la música misma invita a pensar las palabras que fluyen del ya adulto Miguel, la iluminación define las etapas por las que va pasando hasta el momento en que Ana muere, en esa última charla en el jardín en que lo invita a ser lo que es, y la despedida que él le brinda en un escenario.

La obra se ha presentado con gran éxito en la ciudad de México, donde lleva ya más de cien funciones, a cual de exitosa.

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