Con éxito, se presenta "Aeroplanos", una reflexión sobre la ancianidad

* Se presentó dentro de la Temporada de la SAS- ISIC

RDDP-03.01

Culiacán, Sin., Martes 06 de Octubre de 2015

No. 907

Dos ancianos amigos de toda la vida devanan sus recuerdos en una etapa crítica de sus vida, cuando los hijos no saben qué hacer con ella o los achaques los afectan desde todos los frentes, es el tema de la obra teatral Aeroplanos, de Carlos Gorostiza, presentada con éxito la noche del lunes en dos funciones en el Teatro Pablo de Villavicencio, con las actuaciones de Ignacio López Tarso y Manuel “El Loco” Valdés.

Lo anterior, dentro de la Temporada de Otoño de la Sociedad Artística Sinaloense y del Instituto Sinaloense de Cultura,  que tuvieron que agregar una tercera funciones este lunes a las 18:00 horas para cubrir la demanda.

El montaje, en el que participa como actor alterno en el papel secundario al comediante Sergio Corona,  tuvo en esta ocasión a Manuel “El Loco” Valdés,  y como director, el señor Salvador Garcini.

Aeroplanos narra las historias de Francisco (López Tarso) y Cristóbal (“El Loco” Valdés), a través de una charla entre ellos, en la que recuerdan –entre discusiones y riñas amistosas- pasajes de su niñez, puesto que se conocen desde la primaria, de su juventud (jugaron juntos futbol), su vida de casados y de larga convivencia entre familias, y son viudos recuerdan sus infidelidades en caso de uno, e fidelidades en caso del otro.

La obra, salpimentada con pasajes lleno de humor que mantuvieron al público entretenido o soltando cada tanto una tanda de aplausos.

En su larga charla, hablan de un viaje  hacia un país lejano, aunque uno de ellos jamás se ha subido a un avión y de las inquietudes propias de su edad como el miedo a la muerte, a las enfermedades,  a la pérdida de independencia, la soledad, al son de una pieza musical llamada Aeroplanos.

Aquí vemos a López Tarso cantando o bailando o a “El Loco” Valdés tocando la batería mientras este le reclama por no haber ido a sacarse los análisis, y aquel le da largas porque teme descubrir un nuevo achaque, mientras contesta con desgano el teléfono para hablar con sus nietos.

Los momentos duros inician cuando Cristóbal, en nueva visita, comunica a su amigo que su hija ha decidido irse con su familia a Canadá, y que han decidido meterlo a un asilo, por lo que su amigo quema los resultados de los análisis y, además de proponerle que se venga a vivir con él, le ofrece tomar un aeroplano y gastarse sus últimos ahorros en un largo viaje.

El montaje se soporta en la gracia  y en la sensación de convivencia que logran estos dos actores con un público, con el que coquetean a lo largo de todo el montaje y que los conoce de toda la vida. De este modo, hagan lo que hagan, solo provocarán más risas o aplausos. Y no está mal, para dos grandes personajes de la escena nacional que se han ganado a pulso, a lo largo de seis décadas, el cariño y el respeto de los mexicanos.

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