Soledad y violencia en "La doble llave del carpintero", con UNE-UAS

*La obra se presentó en la Muestra Regional de Teatro del Noroeste

RDDP-03.01

Culiacán, Sin., Miércoles 30 de Septiembre de 2015

No. 876

Una historia que recrea el mundo actual de la violencia por el narcotráfico en medio de una de sus consabidas “guerras por la plaza”, y sus consecuencias para la gente pacífica, fue la que se narró en la obra teatral:  La doble llave del carpintero, del dramaturgo guasavense Ramón Perea, a cargo del grupo UNE-UAS, Universidad a Escena, dirección de Mariano Meza, en el Teatro Socorro Astol del Instituto Sinaloense de Cultura.

 Lo anterior, en el primer día de 1ª Muestra Regional de Teatro organizada por el Fondo Regional para la Cultura y las Artes del Noroeste –FORCA Noroeste-, del 29 de septiembre al 4 de octubre  con la participación de las instituciones que integran dicho organismo y con la presencia de grupos representativos del Instituto Sudcaliforniano de Cultura, Instituto Sonorense de Cultura, Instituto de Cultura de Baja California y, por supuesto, del Instituto Sinaloense de Cultura.

En La doble llave del carpintero ó el mes de mayo pasa por la calle (título real), actúa José Joaquín Leyva, experimentado actor quien lleva sobre sí la mayor carga de la historia al interpretar a Jacobo, el hosco carpintero que desde hace muchos años se encerró en su taller y se niega a salir de él, aunque recibe las visitas de sus amigos.

Además actúan Jesús Alberto Guzmán como Silverio, Francisco Villa como Gerónimo (estos últimos, amigos de Jacobo)  Roberto Carlos Torres como Felipe García, joven hijo de la amada de juventud de Jacobo y líder de una banda de malandros; Romario Gaxiola como El loco Liacho, y Miguel Fernando Espitia como el sobrino Pitito y el Sicario.

Al taller de Jacobo llegan las noticias de los sucesos en el pueblo, que podrían ser los de cualquier pueblo de México, donde las balaceras a lo lejos marcan una historia de terror y de crímenes, en donde los levantados de hoy son los asesinatos del mañana, en el marco de una lucha entre narcos que se disputan la plaza, y los constantes velorios.

Pero Jacobo parece ausente, cuando está solo sacar a pasear el dolor que le carcome por  la pérdida de su amor de adolescencia, violada y con un hijo que la acompaña, destruyendo las ilusiones de Jacobo, quien sin embargo aún la recuerda con una casita de  muebles de madera que la simboliza.

Con una escenografía que recrea un taller donde vive aislado, recibe las visitas de sus amigos y un día, inesperadamente, la visita del hijo de su amada, quien se identifica y hasta le dice donde vive. Convertido en jefe de una banda de sicarios, el joven llega herido y le deja a cuidar un morral lleno de dinero.

Cuando su amigo  Silverio, el poeta solterón, lo persuade a celebrar su cumpleaños, en la madrugada éste escapa con el dinero, sin importarle que ello traiga consecuencias para su amigo. Ello da un giro inesperado a la vida de Jacobo.

En el montaje, Joaquín Leyva pone la carga dramática a la historia gracias a emotivos soliloquios en los que va desenredando los hilos de la madeja, aunque la presencia de sus amigos pone un toque a menudo humorístico.

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