Se arma el guateque con la OSSLA al tocar música popular sinaloense

* Lleno total en el Teatro Pablo de Villavicencio en noche festiva

Culiacán, Sin., Viernes  30 de Enero de 2015

No. 61

Primero con valses y polkas de la época porfirista; una semana después con temas de cine, y la noche del jueves último de enero, con música tradicional sinaloense, la Orquesta Sinfónica Sinaloa de las Artes volvió a llenar el Teatro Pablo de Villavicencio del Instituto Sinaloense de Cultura, esta vez con un público de todas las edades que palmeó, cantó y bailó desde sus asientos con los temas de tambora más queridos.

Bajo la dirección del maestro Gordon Campbell, el programa ¡Arriba Sinaloa!, integró su primera parte con temas del compositor originario de Choix, José Ángel Espinoza Ferrusquilla, y dos temas de tambora que ya había tocado durante el Concierto de Año Nuevo, hace dos semanas: La polka Brisas de Mocorito, de Alberto M. Alvarado, y el vals Alejandra, de Enrique Mora.

Inició el concierto con el tema Sin pasaporte, de Ferrusquilla, y tras las dos canciones citadas, interpretó otros temas de este autor, cantadas por algunos asistentes en voz baja, casi en un susurro hecho coro: El Camisa de Juera, Échame a mí la culpa, Cariño nuevo, En Sinaloa nací  y La ley del monte (en esta última se oyeron algunos gritos de júbilo).

Pero el verdadero guateque se armó en la segunda parte, dedicada a temas tradicionales de tambora. Primero, la pieza Lira de oro, de cálida evocación para todo sinaloense; el vals ¿Por qué lloras?, del guasavense Miguel M. Castro; la tradicional El niño perdido, en la cual dos trompetas dialogan entre sí, una de ellas, la de Tomás Jiménez, es el “niño” que busca a su madre perdido tras bambalinas. La reacción final del público fue la locura, y ambos trompetistas fueron premiados con una ovación.

Siguió el programa con el corrido Arriba mi Sinaloa,  y el danzonete Culiacán, de Enrique Sánchez Alonso “El Negrumo” (aquí no faltó el grito “¡arriba Los Tomateros!”); Las Mañanitas amazurcadas, en la que resalta el uso de las maderas, hasta llegar a Tecateando, en la que menudearon las palmas y el ambiente festivo se desbordó entre músicos (que palmeaban también cuando no tocaban) y público (que bailoteaba, palmeaba y expresaba a gritos su júbilo).

Con Mi gusto es, de Alfonso Esparza Oteo, la Orquesta fue acompañada por un coro gigantesco que se desbordaba desde las dos plantas del Teatro, y cerró con el son El sinaloense, de Severiano Briseño, que fue cantada por todos.

Luego, los aplausos de pie, los viva, el ambiente de fiesta, casi de carnaval, y la consecuente petición de “otra, otra!”, que obligó a Campbell a repetir Tecateando, con el mismo efecto jubiloso que la primera vez.

Fue una gran noche, en la que Campbell aprovechó para presentar a algunos de sus músicos que, aunque procedentes de naciones lejanas, en su breve estadía han conocido ya lo que es la música sinaloense, y agradeció a Banda San Ángel por prestar los bombos y platillo del que la Orquesta carece, y que son infaltables en  nuestra música.

Allí se anunció que la Orquesta Sinfónica Sinaloa de las Artes se traslada estos días a Mazatlán, para participar en las actividades del Carnaval, por lo que las próximas semanas no habrá concierto, pero se invitó a los asistentes a estar atentos a la programación del Instituto Sinaloense de Cultura porque seguirán las sorpresas.

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