El tema de las fosas es retomado en performance de Víctor Martínez

Culiacán, Sin., Viernes 21  de Noviembre de 2014

                                                                                                                No. 1262

Recrea una realidad lacerante del México de hoy, haciendo participar al público en esta muestra artística viva

 “Cuerpo sólo hay uno y es frágil;  la vida sólo hay una y es breve; los quiero vivos a todos ustedes”, fue la frase con la que el artista visual Víctor Martínez Díaz concluyó el performance que presentó la noche del jueves en la Galería de Arte Antonio López Sáenz del Instituto Sinaloense de Cultura, al recrear el tema de las fosas clandestinas sembradas de cadáveres, una realidad lacerante en el México de hoy.

Ello, como parte del ciclo de perfomance Arte Vivo, en su tercera sesión, que realiza el ISIC desde hace unas semanas con reconocidos performeros nacionales.

Ante un público reducido, parte del cual aceptó participar en esta muestra de arte acción, el artista defeño basó su pieza de arte efímero en una frase del judío Emmanuel Lévinas en su libro Fósil, quien escribe sobre filosofía del holocausto, y en el que mucho antes de lo que pasa en México, alude a que “no hay más tumbas… en todas partes hay fosas”.

Tras la lectura del párrafo alusivo, el artista tendió una cinta amarilla con letras de Precaución como las que tiende la policía en la escena de un crimen,  y luego pasó por algunos de los presentes, los metió en ese espacio, les vendó los ojos con papel donde había letreros de peligro y los suplió del lugar donde estaban con hojas de papel con efigies sin rostro, como desaparecidos.

Luego sacó una matraca de madera con la que paseo entre los cinco cuerpos de pie, inmóviles y vendados, y accionó el juguete, emulando el sonido de los rifles de asalto, y con diversos artilugios rondó cada uno de los cuerpos inertes, llenándolos del último ruido, y con la ayuda de uno de los presentes, los fue amontonando uno sobre otro, sobre un asiento inflable.

Al final la visión era grotesca y mientras los participantes, que no miraron el performance pero fueron parte de él, confesaron sentir que se estaban despidiendo del mundo, mientras que los que miraban como público sintieron la forma grotesca en que se asesina y se encubre el crimen sepultando los cuerpos en fosas clandestinas.

Al final, el artista desplegó un trapo rojinegro, se pegó un cartel al revés sobre el pecho, y se paró de cabeza ante el montón de restos  de  un cuerpo. Su letrero expuso: “Los quiero vivos”.

Luego intercambió opiniones con los presentes, tanto los que los que se perdieron de ver el performance, pero fueron parte de él, como de quienes lo miraron de cabo a rabo. Un fuerte aplauso rubricó esta muestra de arte vivo, que por sus características sonoras se realizó en una sala de la Galería.

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